Una de las cosas que más me gusta de trabajar en café de especialidad es la diversidad de sabores que puedo encontrar en el mercado. Notas frutales, texturas sedosas, sabores especiados y delicados y hasta notas florales.
Pero siempre me ha causado conflicto discutir los atributos de un café de especialidad con algunas personas que se dedican también al café, para muchos lo importante es que tenga el sabor floral, dejando a un lado la calidad el sabor, que tan agradable y disfrutable es realmente.
Nos conformamos porque tiene cierta característica, sin importar su calidad. Buscamos encontrar ese sabor y su intensidad presente en la taza, hablamos que tiene notas cítricas pero no hablamos de su jugosidad, brillantez o armonía que tenga con el resto de sabores presentes. Si tiene notas florales será mejor que lo citrícos, dajando a un lado la experiencia completa de tomarlo.
Cuándo hablamos de cafés de especialidad, la definición y la forma de evaluarlos ha evolucionado, pero no nuestro criterio. Al final todo depende de la percepción de valor que tenga el consumidor, pero nosotros como profesionales, debemos trabajar en nuestro criterio y nuestras habilidades sensoriales; y cumplir con nuestro rol de poner a disposición nuestro conocimiento a los conusmidores, de una forma amigable.
Recordemos que, como profesionales, nosotros estudiamos y entendemos el lenguaje técnico, los sistemas de evauación y la importancia de la trazabilidad del café. Pero el consumidor real lo único que quiere es disfrutar de un café. Y que mejor que nosotros podamos aportar con alguna información y datos (de una manera que el consuidor los comprenda) disfrutar un poquito más.
Estudiemos más, entendamos el criterio que como profesionales debemos tener, comencemos a disfrutar mas y aprendamos a dejar el ego a un lado, el conocimiento es para compartirse.